viernes, 1 de febrero de 2008

Víctor Hugo Morales: La voz del interior

Artículo publicado en la revista PM, en febrero de 2008
Por Julián Capasso y Marcelo León

La historia comienza temprano, con las primeras luces. La ducha a tientas y el mate lo terminan de despertar, y el hombre ya listo parte hacia el trabajo. Lo espera la mañana, que tiene un ritmo demandante, tanto que a veces ni siquiera deja margen para recuperar el aliento. Y malabareando, con oficio y sacrificio, ya sea en una oficina, un taller o un taxi, nuestro personaje se deja acompañar por la radio, en donde late el revés de la trama de su odisea matinal de costumbre. La voz que surge tiene un eco providencial, tanto que parece brotar del pecho mismo del oyente. Es que a la par, cincelando cada palabra, Victor Hugo también hace su vida en la ciudad, dribleando con la inteligencia de un celebrado wing rebelde.

Nació en Cardona, departamento de Soriano, en Uruguay, el día después de la navidad del ’47, y su crianza en el campo estimuló una sensibilidad que le ha permitido atesorar el valor de los primeros colores, los fundamentales. “Las discusiones políticas y las charlas con mi abuelo, me habían enseñado a repetirme una palabra que se volvió luego la que mayores satisfacciones y disgustos me provocara: derecho. Ser derecho era todo en la vida”, confesaba en un párrafo de El intruso, su libro de 1977. Desde chico su voz causaba admiración, y no dudó en sacarle provecho. Era muchacho pero ya se sentía listo para el salto. “Tuve la suerte de que aquella prueba en la radio me la tomaron los propios dueños, y que fueran ellos los que me tomaran. En ese entonces el dueño de la radio tenía una novia que yo conocía, y a quién le pedí que me generara el contacto. Tuve el pequeño talento para que esa prueba fuera buena. Después tuve una serie de problemas en Uruguay, no estaba a gusto, me sentía presionado. Justo en ese momento llegó una oferta desde Buenos Aires, y también tuve la capacidad de poder instalarme profesionalmente con cierto decoro. Así se han dado las cosas: una concatenación de golpes de fortuna. La suerte es fundamental. Hay mucha gente talentosa que ha quedado en el camino porque no tuvieron la suerte que he tenido yo. Incluso la gente de mi equipo; cada uno es una historia apasionante, porque en ningún de los casos había trabajo. Si ahora un muchacho va a la puerta de la radio lo puede comprobar, y así fue siempre. Se producen vacíos, baches que a unos les permiten estar y a otros con las mismas condiciones no se les han brindado. Por eso yo soy muy respetuoso de la suerte.”

PM: La Mañana, se ha vuelto un punto de referencia en la radio. ¿Cuál es la clave?
VH: Lo que sucede en el programa tiene que ver con nuestros sueños y nuestras responsabilidades. Tratamos de despertar el interés sobre aquellos temas o aquellas personalidades que consideramos destacables.

PM: Hoy, por caso, de camino a esta entrevista veníamos escuchándolo, y en una brecha que no superó la media hora convivieron Kapuscinski, el Impresionismo, Luís Barrionuevo y el resumen de noticias del Servicio Informativo.
VH: Kapuscinski es un referente para nosotros, y es importante que sea mencionado. A algún oyente le queda el nombre de Kapuscinski, va caminando por Corrientes, ve un libro de él y lo compra: objetivo cumplido. Yo no sé definir el Impresionismo, sólo sé que me gusta, entonces busco a un especialista que lo presente y así genere que algún oyente busque desde la curiosidad. Barrionuevo es la actualidad, como tantas otras cosas que surgen durante el programa y tienen su espacio, aunque esto implique postergar nuestras producciones, lógicamente. A mí me divierte mucho la posibilidad de que convivan la actualidad con los gustos y las búsquedas que tenemos. Si fuera solo un programa de noticias no me divertiría, y si fuera de pretensiones culturales, con notas de sociedad y servicios, estaría dejando afuera algo muy importante para un horario (N. de R.: lunes a viernes de 9 a 13) en que la gente necesita de la información.

PM:¿Cómo lleva la convivencia con la gente que lo escucha todos los días, desde hace años?
VH: Yo lo hago con enorme gusto. El miedo a cansar a los demás sí es un poco paralizante. Por eso busco que los programas sean bastantes corales.

PM: ¿Cómo elije a sus equipos de trabajo? Siempre logra muy buena interacción entre hombres y mujeres.
VH: Me provoca curiosidad el mundo de las mujeres. Las mujeres tienen espontaneidad, mientras que los hombres damos todo por sobrentendido. Cuatro horas de charla entre hombres se transcribe en una carilla, mientras que con mujeres no ocupan menos de veinte. Mientras más mujeres haya en el grupo mas feliz estoy. Con ellas en los programas hay otro tipo de bromas o de caricias que uno puede dar o recibir, siempre dentro del marco del respeto y del cariño.

PM: Desde hace años Competencia es una usina de periodistas deportivos, con un perfil especial. ¿Cómo se logra?
VH: Trato de ser un generador de buen clima de trabajo, Por mí mismo y porque creo que las relaciones humanas merecen ser mejoradas siempre. Cuando uno tiene la posibilidad de establecer los códigos en esas relaciones, puede volverse un jefe que motive la competencia, la envidia, la falta de lealtad, y la inseguridad, o puede ser un jefe que busque y motive la alegría por el lugar que cada uno ocupa, y así poder interrelacionarse sin problemas. Esto último es lo que trato día a día, me hace muy feliz y me permite afirmar que todos los que trabajan conmigo lo viven igual, tanto en La Mañana, como en Competencia, que si bien tiene un grupo reducido, es de gran nivel.

:: EL NOMBRE DEL GOL

En muchos lugares su fama ha llegado antes que su voz. En Radio Marca, de España, una y otra vez los oyentes piden el audio del gol. En You Tube, las distintas versiones de la jugada junto al relato de Victor Hugo suman más de cuatro millones de visitas. Ése gol. Ésa euforia desencajada de un relato en lágrimas que exploró los límites y no pudo otra cosa que dejarse abrazar a un barrilete cósmico, figura retórica y metáfora a la vez. Porque esa apilada memorable en tierra azteca, ese alboroto maradoniano, ha sido un ápice de quiebre.

PM: En la edición de diciembre de El Gráfico Maradona lo destacó como el periodista al que más admira y respeta.
VH: (Con ojos de asombro) ¡Qué bárbaro! Me da una alegría inmensa. Creo que es el fruto de un gran amor que le tengo a Diego, que a él le consta, y que se ha expresado en un permanente respeto. A mí no me importa recriminarle nada. Yo soy un deudor eterno porque a mí me dio dos formas de felicidad: la que le dio a toda la gente y la felicidad profesional. Yo he disfrutado del gol de Diego viéndolo como un espectador amante del fútbol, y gozándolo como un profesional que he tenido de eso mi dividendo, porque hace veinte años que vengo remando con ese gol, por el prestigio y el reconocimiento de la gente. Es el mejor elogio que puedo recibir del mundo del fútbol.

PM: A partir de ese día, y con más de cuarenta años de profesión, ¿qué lo sigue entusiasmando del fútbol?
VH: Relatar. Para mí el fútbol es una expresión cultural muy fuerte, y en cuanto uno lo pueda embellecer, si es que lo consigue, está muy bien que lo haga. En un partido de fútbol todavía sigo viendo pueblo, fiesta, colorido. Es un gran desafío para mis resortes intelectuales responder entendiendo lo que pasa, diciendo lo que ocurre, y a la vez tratar de tamizarlo y convertirlo en un espectáculo para radio que resulte más o menos entretenido. Generar una sonrisa, una emoción, una reflexión y con esa argamasa armar ese arte pequeño, chiquito, pero arte al fin de cuentas que es el relato de fútbol. Es un desafío para el intelecto, para el golpe de vista, para la facilidad de palabra y el sentido artístico que uno pueda arriesgar con una pincelada.

PM: ¿Qué partidos no vio y se lamenta?
VH: Todos los del pasado legendario. Uruguay en el Maracaná del Mundial del 50, aquellos partidos heroicos de la década del 60 de Brasil. Yo fui devoto de la selección de Brasil del 82, me pareció una selección formidable, y me gustaría ver alguno de esos partidos. Un video que me provocó un poco de fantasía fue el de alguien que había grabado el partido de Argentina – Inglaterra del ’86 con el audio de la radio. Yo nunca lo había visto. Lo pude ver con mi hijo, para él fue fascinante, para mí fue entretenidísimo poder repasar cómo hacía las cosas. Otros partidos viejos que en su momento me perdí, no. Sí preferiría volver a ver partidos que en su momento vi y me entusiasmaron, del mismo modo que vuelvo a ver películas viejas para descubrir qué clase de espectador era yo en ese momento.

:: EN LA OTRA VEREDA

Que el lector incauto no se confunda. El hombre correcto, de tono firme y estampa fina no es un hombre tibio. Sabe donde viven los que quiere tener lejos, y planta bandera.

PM: Usted es muy crítico de los depositarios del poder político en el fútbol, con Julio Grondona a la cabeza. ¿Considera que con la salida de Grondona se podría revertir la situación?
VH: Esto no se acaba con Grondona. Lo perverso va a prosperar en el fútbol. Los canales de televisión, los diarios que tienen detrás, todo el grupo que domina el medio ha establecido que la moral de los dirigentes tiene que ser la que está en evidencia, ya que es la más servicial para sus intereses. La moral grondoniana va a licuarse en décadas. Grondona como persona ya no interesa tanto, sino lo que él ha instalado. Van a haber continuadores con su moral y su ética, todo lo que yo rechazo. Pero hay que entender el fenómeno periodístico de los medios de comunicación que se salieron del cauce de su naturaleza, para avanzar sobre otros intereses y abrazarlos a como dé lugar. Los dirigentes nobles, si los hubiese, están en una trampa. Si se oponen o tratan de ir por afuera, son triturados en tres días desde los medios.

PM: Entonces ¿Cómo se puede trabajar en los medios?
VH: Perteneciéndoles o en la vereda de enfrente. Hay que tener una capacidad de renunciamiento importante cuando uno quiere asignarle el mayor peso posible al valor de su opinión.

PM: ¿Qué espera de los gobiernos?
VH: Poco. Apenas yo detecto alguna forma de poder yo me cruzo a la otra vereda. Inmediatamente que alguien se consolida en el poder surge la mentira, la estafa, el robo, la codicia. No soy optimista con las cosas que se puedan hacer en materia política y cotidiana. Argentina es un proyecto muy difícil de viabilizar a través de la política. Es muy desencantador para mí.

PM: ¿Necesita creerles a los políticos?
VH: Creerles y quererlos. Aunque en la política cuesta demasiado la coherencia, porque la política es negociación y vértigo, y entonces uno sorprende a personas que le habían caído bien en negociaciones políticas que generan rechazo, y sin embargo ya les tiene un cariño, un respeto que supera la discrepancia de aquellos aspectos puntuales. Yo tengo una profunda admiración por Alfonsín, y me he enojado muchísimas veces como ciudadano con él, pero ha sido más fuerte aquel afecto de la entrada profunda que hizo en mi corazón en determinado momento. Respeto a Terragno, a Margarita Stolbizer, gente que yo creo que son un capital en la política, aún con defectos. Las vueltas y vericuetos de la política pueden hacer que el día de mañana alguna de sus decisiones me hagan sentir defraudado. Seguramente me generará desencanto, pero soy bastante sólido en los afectos, porque tardo en construirlos. No soy de espontáneas amistades o de entregas afectivas con la gente.

PM: Se nota ese trato en sus entrevistas. Por ejemplo, siempre trata de usted a los jugadores de fútbol, aún a los juveniles…
VH: Es natural en mí. Yo no soy tuteador, soy usteador. Es una cosa de la gente que no es de la capital. Y por otra parte trato de alejarme de la melosidad. Hay una saludable distancia. El vos o el tú implica una mezcolanza de afectos que se tiene que desarrollar.


:: SOBRE GUSTOS Y PASIONES

De chico siempre soñó con recorrer el mundo, y la concreción permanente de ese sueño le permite el contacto directo con muchas de las cosas que le fueron despertando curiosidad en el correr del tiempo, y lo han hecho lector furtivo y melómano, buscador y promotor, hombre sensato que se permite estremecerse.

PM: ¿Quién lo emociona?
VH: Los artistas. El cine, los conciertos, el teatro. Mozart, porque me llega desde todos lados, el polaco Goyeneche, Piazzola.

PM: Tenemos una mesita con dos pocillos servidos y no hay relojes. ¿Con quién se sentaría a charlar de fútbol?
VH: Con Marcelo Bielsa. Porque voy a charlar de fútbol y a través de lo que él diga de fútbol voy a entender mejor la vida, y voy a querer más a los seres humanos.




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